Hombre Abandonó A Su Familia Y Vuelve 20 Años Tarde
Tomar una decisión
La gente solía reírse cuando lo decía en voz alta: “Dejé a mi mujer y a mi hijo para bailar breakdance por Estados Unidos”. En los primeros años de su carrera, había sido una forma de animar al público.
Todos querían saber quién era aquel hombre que había dejado a su familia para bailar. Se preguntaban si realmente era bueno en lo que hacía.
Aunque normalmente les dejaba asombrados, el hecho de que hubiera abandonado a su mujer y a su hijo para dedicarse a la carrera de bailarín rara vez les sentaba bien. Pero al hombre nunca le importó entonces. Eso cambiaría pronto.
Nada que demostrar
Llevaba veinte años de gira por todo el país, demostrando a todo el mundo lo buen bailarín que era. Podía contorsionar y retorcer su cuerpo de diferentes maneras, dejando boquiabiertos a todo el mundo.
Esperaba tener algo importante que demostrar. Pensó que tendría una mansión en algún lugar de las colinas de Los Ángeles con los nombres más importantes del negocio.
Habían pasado veinte años sin nada que demostrar. Tenía cuarenta y tantos años y apenas conseguía que nadie asistiera a sus espectáculos.
Fracasado en lo único que creía que se le daba bien, volvió a casa. Y fue entonces cuando las cosas empeoraron.
Al verla
Caminaba por la calle cuando sus ojos se posaron en ella. Estaba sentada en la puerta de una cafetería, con un café con leche y una magdalena delante, y la mente perdida en el libro que tenía en el regazo.
Nunca pensó que volvería a verla. Después de marcharse, había llegado a la conclusión de que ella se mudaría de su pequeña ciudad. Siempre había hablado de hacerlo.
Pero allí estaba, absorta en su novela mientras sorbía su café y daba pequeños mordiscos a su magdalena.
El hombre dio un paso adelante, sabiendo que tenía que hablar con ella. Pero sus pasos vacilaron cuando vio quién venía a sentarse junto a ella. Pero no estaban solos.
Una fiesta callejera
Pero para Jack Arlington, de cuarenta y cuatro años, las cosas debían acabar de otra manera. Cuando conoció a Samantha, el amor de su vida, lo único que quería era darle el mundo.
Corría el año 2004 y ambos se habían conocido en un baile callejero cuando aún estaban en el instituto.
La familia de Samantha acababa de mudarse a la ciudad y sus nuevos amigos le estaban enseñando la ciudad.
Querían que viera lo que los chicos de Princeton, Nueva Jersey, hacían para divertirse, y eso se centraba en fiestas callejeras llenas de coreografías y batallas de baile.
Los Red Angels
Jack y Samantha se conocieron en una de estas fiestas. Jack, miembro de los Red Angels, uno de los mejores grupos de baile de la ciudad, quedó prendado de ella de inmediato.
Su grupo se había centrado principalmente en el breakdance, y lo hacían a la perfección. Ganaban una batalla de baile tras otra, y se ganaban un número de seguidores sin igual.
Jack siempre había estado rodeado de chicas en sus años de instituto. Era un chico alto y guapo, con una mandíbula capaz de atravesar el metal.
Su pelo rubio, cortado justo por encima del hombro, era la envidia de muchos. Sabía el efecto que causaba en la gente y siempre lucía una sonrisa de suficiencia al caminar. Pero todo eso cambió cuando la vio.
Entre la multitud
Ella había estado en medio de la multitud, observando cómo él luchaba junto a su equipo. Pero su mente estaba en otra parte, a pesar de que la coreografía de esta noche era de las mejores que había hecho nunca el equipo de Jack.
Seguían inmersos en la rutina, asombrando al público, cuando ella se dio la vuelta y se alejó. Parecía poco impresionada, lo que a Jack le sentó fatal.
Rompió la formación y corrió tras ella. Todos jadearon porque, en los cuatro años que Jack y los Red Angels llevaban luchando en la calle, era la primera vez que se separaba de su equipo.
El lado de Samantha
Samantha tenía muchas cosas en la cabeza aquella noche. Aunque las fiestas de baile en la calle solían ser divertidas, con pegadiza música pop y hip-hop atronando el espacio, ella hubiera preferido estar en casa.
Su tarde y noche ideales eran ella acurrucada ante la chimenea con una taza de leche con chocolate caliente y una novela de fantasía histórica. Pero su madre insistió en que viniera aquí, con la esperanza de que se desahogara y hiciera nuevos amigos.
A la mujer y al padre de Samantha les preocupaba que su hija creciera sin amigos, dado lo mucho que solía pasar el tiempo enterrada en sus novelas. Si supieran adónde conduciría todo esto.
Alejarse
Y aquí estaba Samantha, intentando tranquilizar a sus padres. Sus pensamientos se habían desviado mientras seguía observando el baile y pronto se vio a sí misma alejándose.
Fue entonces cuando la gente jadeó. De repente, una mano le tocó el hombro. Se volvió y lo encontró mirándola, con sus ojos azules atravesándola.
De lejos le había parecido atractivo, como a todo el mundo. Pero de cerca era magnífico. La miraba fijamente con fervor, aparentemente en busca de un secreto que ni siquiera ella estaba segura de tener. Y entonces, su cuerpo empezó a moverse.